MONICIONES
INICIAL: Bienvenidos todos a esta celebración. Los que participamos dominicalmente de la Santa Misa, hemos venido escuchando a Jesús que se nos presenta como el Pan de Vida. Hoy nos invita a responderle con la fe: el que cree en Él tiene vida eterna. Alegres por creer en Jesús, iniciemos esta fiesta eucarística.
LECTURAS: Las lecturas de hoy nos presentan un mensaje claro: dejarnos atraer por Cristo para ser alimentados por Él, que es el Pan de Vida. Jesús nos fortalece y guía para vivir en el amor a ejemplo suyo, que nos amó y se entregó por nosotros.
ORACIÓN DE FIELES
Dirijamos nuestra oración a Cristo, que nos invita permanentemente a vivir de su Palabra y alimentarnos de su Cuerpo y Sangre. Agradecidos y suplicantes digámosle:
CRISTO, PALABRA Y PAN DE VIDA, SALVANOS
1. Para que los Ministros de la Iglesia continúen distribuyendo fiel y generosamente el Pan de la Palabra y de la Eucaristía a los fieles en todos los rincones de la Tierra, oremos.
2. Para que los gobernantes de las naciones y de nuestros pueblos, gobiernen con sabiduría y guiados por el Espíritu de Dios, oremos.
3. Para que nuestra comunidad Parroquial no desfallezca en el camino de vida cristiana, muchas veces sembrado de envidias, orgullo y falsedad, oremos.
4. Para que los enfermos, los ancianos, las víctimas de la injusticia, la violencia y los desastres naturales, encuentren en nosotros el amor y la esperanza cristiana para levantarse y continuar el camino de fe, oremos.
Escucha Señor nuestras oraciones que te dirigimos desde el corazón. Creemos en Tí, Pan de vida eterna, conscientes que nadie viene a Ti si el Padre no lo atrae. Sácianos de tu palabra y de tu Pan, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
OFRENDAS: Cuando nos sentimos débiles en nuestro diario caminar, no podemos apoyarnos en nuestras propias fuerzas y conocimientos meramente humanos; debemos poner nuestra fe en el Señor, levanta, nos consuela y nos alimenta. Respondamos generosos al Señor, a su amor y fidelidad.
COMUNIÓN: Como respuesta a nuestra debilidad, Dios nos da un alimento para el camino: su Hijo Jesús. Como sucedió con aquella multitud cansada y hambrienta de la que se compadeció Jesús y les alimentó con el pan milagroso, el Pan que era él mismo.
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